miércoles, 21 de julio de 2010

Lágrimas al aire libre


Llegan al parque minutos antes que yo. Camino dos pasos detrás de ellos. Qué lindo, pienso, un matrimonio unido que viene a compartir al aire libre los primeros minutos del día.
Entre la calma y el bienestar que se respira a esa temprana hora, el diálogo entre ellos empieza: “Estoy cansada, harta. Tú nunca estás, no me apoyas. Claro, muy fácil, yo encargada de la casa y de los niños y tú con la gran vida paseando a tu antojo”
Un gruñido por respuesta. El, con la mirada perdida en el vacío, no oculta su fastidio y en todo el diálogo los gruñidos fueron su única participación. Las quejas, hondas, interminables, siguen. De pronto la mujer rompe a llorar, a lágrima viva. Me siento incómoda caminando detrás suyo. Parezco guarura o ángel de la guarda, pienso. Río, no puedo evitarlo, me solidarizo con su pena, la de ambos, pero no puedo dejar de pensar en lo absurdo o cómico de la situación. Ambos caminan a paso rápido, visten ropa deportiva y llegaron juntos a la caminata matutina. Es obvio que se  prepararon para hacer ejercicio juntos. ¿Y todo para qué? Reclamaciones, hastío, un vacío profundo y doloroso… al parecer eso es lo que comparten, además de una casa e hijos.
Pero bueno, me quedo a solas con mis pensamientos, mientras ellos aprietan el paso y se alejan, juntos, en dirección a su auto… A seguir con su vida...
¡La de cosas que uno aprende en el parque!

No hay comentarios:

Publicar un comentario